Lámina 4. Mutus Liber

Lámina IV

Cuarta LÁMINA

Este grabado, en opinión de muchos comentaristas, incluido el propio Canseliet, representa la recogida del rocío meteorológico en los meses de primavera durante el crecimiento de la Luna. Por tanto, una pareja de alquimistas se entregan a extraer el rocío condensado en varios lienzos o telas colocados sobre estacas en un suelo sin vegetación. Operación que se asegura es el fundamento de la Obra y que era el secreto mejor guardado por los alquimistas. No obstante, el Diccionario Farmaceútico-Químico... (Lexicon Pharmaceutico-Chymicum...) de 1713 evidencia que era de conocimiento público el supuesto empleo del rocío en las operaciones alquímicas.

Desde luego la imagen no puede ser más explícita. Pero como el propio Canseliet recoge en el Epígrafe de su obra L'Alchimie expliquée sur ses textes classiques (La Alquimia explicada sobre sus textos clásicos), el Canon IX de La Obra secreta de la Filosofía Hermética (Arcanum hermetecae Philosophiae Opus), asegura: ... pues la Verdad se oculta en las tinieblas, y los Filósofos no escriben nunca más engañosamente, que cuando es abiertamente, ni más verdaderamente que cuando es oscuramente. (... in obscuris enim Veritas delitescit, nec unquam dolosiùs,  quam cum apertè, nec veriùs quam quum obscurè scribunt Philosophi).

También puede ser interesante considerar que tanto Canseliet como Rubelinus Petrinus confiesan que no consiguieron reunir rocío usando el sistema de colocar lienzos sobre estacas y hubieron de recurrir a otros procedimientos, como utilizar toallas con las que enjugar la gotas condensadas sobre las hierbas frescas de praderas o sembrados. Incluso algunos alquimistas usan fregonas para recoger el rocío. Los interesados en recoger rocío encontraran mucha información en Internet sobre colectores de rocío más eficientes y menos laboriosos que enjugar prados.

Sin pretender descedir a los mencionados autores pueden aventurarse otras consideraciones.
Que el grabado contiene más significados  empezamos viéndolo en que en el mismo aparecen el sol y la luna, cuando la operación debería hacerse durante la noche. Ambas luminarias presentan radiaciones o nubes que en la luna son el doble que en el sol.

Igualmente podría partirse en dos partes, tanto vertical como horizontalmente.

Divida por el centro por una línea vertical: encontramos que la parte izquierda del mismo es masculina: sol, carnero, hombre. La derecha, aún apareciendo el toro, parece femenina: luna y mujer. El toro es un animal atribuido a Venus, lo que lo ratificaría como representación femenina. Aries, el carnero, atribuido a Marte. El toro representando a Venus, que Fulcanelli considera representación del Azufre.

Dividida horizontalmente, también hay dos partes diferentes: Una superior celeste y una inferior terrestre.
La radiación celeste caen en primer lugar sobre edificios que en su mayoría son torres, casas fuertes y un castillo. Recuerda al Artesón II de la Primera serie del Grimorio del Castillo de Dampierre, comentado por Fucanelli en Las Moradas Filosofales, cuya filactelia reza: AURO CLAVSA PATENT. Una torre recibe la lluvia de oro del cielo.

Los supuestos lienzos forman, por la perspectiva, rombos y son cinco. Si se encierran en una figura junto con los animales obtenemos una T. En la grafía química antigua la T es una de las formas de representar las cales, entendidas como el polvo resultante de calcinar una sustancia. Abunda en esta idea que quini, cinco en latín, sea prácticamente idéntico a cinis (que se lee kinis), ceniza en latín.
Por su parte rombo se dice en griego romboj (rombos) que significa además: trompo, peonza, timbal, losanje,  movimiento vibratorio, rodaballo, remolino. Comparte significado con  tornoj (tornos), tornus en latín. El verbo latino torno, ademas de redondear y girar (tourner, en francés), también significa retorcer, cosa que hacen la pareja de alquimistas con el lienzo en la parte inferior. En francés, tour, no solo es torre, sino torno y vuelta.

Es interesante considerar que rosée, rocío en francés, también podría ser el participio de roser, colorear de rosa y por tanto atendiendo a la fonética rosado-a. En bable, rocío se dice rosada. Sin olvidar que hay toda una variedad de vinos que se llaman rosados: vin rosé en francés.

El poeta Baltasar de Alcázar (1530-1606) en uno de epigramas, titulado Su modo de vivir en la vejez, escribió el siguiente cuarteto:

Con dos tragos del que suelo    
llamar yo néctar divino,    
y a quién otros llaman vino    
porque nos vino del cielo.